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La realidad político-social boliviana de 2019

Análisis del estado de situación de Bolivia ante el escenario de conflictividad social desatado luego de las irregularidades con que se vio afectado el último proceso electoral.

 

Ante muchas irregularidades en el proceso electoral, llegamos a la conclusión de que las elecciones presidenciales en Bolivia este pasado 20 de octubre, llevaron a desatar mucha incertidumbre en cuanto a su credibilidad entre la población. Esto ha desencadenado reacciones opuestas en un juego de poder cuasi igualitario, con una legitimidad entredicha donde las protestas masivas en las calles con cierre de vías transitables aclamaban el respeto al voto, pero ¿cómo lograr el respeto a ese voto? ¿Qué es lo que se pide?

Para comprender esta situación es importante resaltar un antecedente importante, las últimas elecciones tanto presidenciales, regionales o referéndum de consulta popular, han estado acompañados de una división a la mitad del padrón electoral, ganando un bando u otro por porcentajes pequeños. Esto se pudo evidenciar cuando ganó la opción en contra de la re-postulación indefinida de autoridades de gobierno, la cual está limitada a solo 2 re-postulaciones, según el Art. 168 de la Constitución Política del Estado.

A partir de esto el gobierno actual logró a través de diferentes medios constitucionalmente cuestionables, disfrazados de legalidad según algunos analistas, habilitar a su candidato y actual presidente Evo Morales, que gobierna el país desde hace ya 14 años. Nos preguntamos por qué tanto tiempo, pues se alegó que el primer mandato no era válido debido a que se redactó un nuevo texto Constitucional.

Todas estas circunstancias que mostraban ya la intención de Evo Morales de continuar en el poder, son comportamientos típicos de la línea ideológica latinoamericana autodenominada “Socialismo del siglo XXI”, liderada en la región en su momento por Hugo Chávez y Fidel Castro, al cual también pertenece el Movimiento al Socialismo de Evo Morales, entre otros líderes políticos y ex presidentes de la región, que participaron en el Foro de Sao Paulo.

Si comprendemos el concepto de socialismo, esta ideología no comulga con las acciones de este bloque, ya que aún mantienen acciones de corte capitalista en su economía y directrices de gestión pública. Sin embargo, el discurso continúa, como aquella fuerza liberadora de la opresión del imperialismo, a favor de los pobres, auto considerándose la única fuerza que lucha por el interés de los más necesitados. Cuando se ha podido evidenciar a lo largo del periodo de gobierno distintas pruebas de corrupción lo cual hace que el concepto de ayuda a los humildes se encuentre alejado de la realidad, puesto que aún existe pobreza extrema en áreas rurales y vemos bonanza en las personas y círculos cercanos al gobierno. Esto se asocia más aún con las características de un gobierno de corte populista, que se sostiene en el pueblo para permanecer en el poder, aunque el pueblo sigue en crisis. Otra característica, la de fidelidad al caudillo, como lo fue en el stalinismo en su momento, está presente en la re-postulación de Evo Morales como candidato del MAS y no hacer lugar, en cambio, a otro candidato del mismo partido.

Retomando, las actuales protestas (que en un sentido lógico debieron haberse realizado oportunamente, es decir, cuando no existía la habilitación legal de la candidatura de Evo Morales, a raíz de los resultados del Referéndum) se han dado a conocer de forma radical después de los comicios electorales. Ahora bien, ¿que pide la gente?: algunos una nueva elección, con un Tribunal Electoral nuevo, controlado e imparcial, como árbitro de la contienda electoral, puesto que se han presentado indicios de que en la actualidad no existe independencia de poderes plena, sino que hay una influencia por parte del ejecutivo sobre los demás poderes. Esto da una significativa ventaja al actual gobierno y confiere poca confianza al órgano electoral, lo que resulta típico en este tipo de gobiernos de corte populista. Otros, sin embargo, pedían una segunda vuelta. Ambos casos son un elemento peligroso y poco conveniente para el partido de Gobierno, por lo antes indicado, que el padrón electoral tiene un 50% más o menos inclinado a un lado u otro. Si hubiesen unido fuerzas los sectores de oposición, esta convulsión social no estaría sucediendo, y habría una victoria para cualquier candidato contrario a Evo Morales, tal cual sucedió con el resultado del referéndum del 21 de febrero de 2016. Pero el interés particular de algunos candidatos opositores, de ir a la carrera electoral por separado, con egoísmo evidente, le dio, a través de unas elecciones irregulares, la victoria a Evo Morales. Error de los candidatos pequeños de oposición como Oscar Ortiz, que disgregó el voto, disminuyendo el porcentaje de votación de la oposición que dejó con el margen necesario al partido de gobierno para ganar y por medio de las irregularidades lograr esta victoria en una primera vuelta.

Si bien las protestas en Bolivia se han realizado con cierre de caminos, paro de actividades y demás, estas no son violentas, ya que el poder coercitivo a cargo de policías y militares lo tiene el Estado. El pueblo solo tiene su protesta y capacidad de reclamo en las calles. También se usó la figura del Cabildo, conglomerado civil popular ciudadano, que antiguamente se usaba para instaurar nuevas autoridades, en la época de la lucha independentista y en la colonia. Actualmente se usa para expresar sentimientos populares del pueblo de forma masiva, a través de determinaciones civiles de corte patriótico, no vinculante.

Estos denominados Cabildos han logrado la unión de un poco mas de la mitad de los bolivianos sin distinción de lineamiento partidario: en ellos la gente reclama y busca alternativas de solución a esta situación de convulsión social.

De estos cabildos sale la figura de Luis Fernando Camacho, empresario cruceño, Presidente del Comité Cívico pro Santa Cruz, departamento con mayor crecimiento económico del país, que en un primer momento comulgaba con la decisión de convocar a nuevas elecciones. Sin embargo, ante el caso omiso que hace el gobierno sobre esta ya casi tercera semana de paro en las actividades se evidencia un juego de pulseta entre gobierno y opositores. Aquí la gente puede bloquear la actividad por meses, pero al gobierno no le interesa, minimizando las acciones de protesta, al sentirse respaldado por su sector político afín. Así es que se empezaron a exasperar los ánimos, desviándose del norte la lucha de la población en cuanto al respeto al voto y convocatoria a nuevas elecciones. Se empezaron a realizar nuevas peticiones, incluso más radicales, como exigir la renuncia inmediata del Presidente Evo Morales, en un plazo de 48 horas, cosa que evidentemente no va a suceder. Entonces, en un acto algo acelerado, sin contar con la otra parte numerosa que apoya al actual presidente, el Comité Cívico Pro Santa Cruz, se dispuso a redactar la carta de renuncia del presidente, posteriormente a lo que el líder del movimiento Cívico en mención, Sr. Camacho, viajó a La Paz (sede de gobierno) la noche del 4 de noviembre. Pero el 5 de noviembre tuvo que retornar a Santa Cruz en una avioneta de las FFAA, puesto que una turba enardecida de simpatizantes del Movimiento al Socialismo estaba realizando protestas exacerbadas en el aeropuerto internacional de “El Alto”, para evitar que este cívico saliera de inmediaciones del mencionado aeropuerto rumbo al palacio de gobierno.

Lastimosamente hay que comprender y analizar los siguientes elementos: La historia nos ha demostrado que ningún gobierno que quiere perpetuarse en el poder cambió de idea de hacerlo gracias a las protestas pacíficas. Tristemente, la violencia fue la única manera de sacar al gobierno que no quiere salir del poder. Si lográramos hacerlo sin violencia, realmente pasaríamos a la historia. Difícilmente el gobierno diga que se irá para calmar la tensión social y menos aún firmar una carta de renuncia, puesto que, desde su lectura, las elecciones no fueron fraudulentas. Así querer buscar su renuncia o volver a llamar a elecciones, es un atentado contra el sistema democrático, o como algunos sectores del partido oficialista lo mal denominan, “Golpe de Estado”.

La estrategia del gobierno, como lo hacen los gobiernos populistas, como el de Maduro, es esperar que la gente se canse y desista de sus protestas, ya que, por lógicas razones, la necesidad de retomar las labores y actividades es imperativa. Tomando en cuenta que más del 70% de los bolivianos viven del negocio informal, es decir, del trabajo de ingreso económico diario, sin contrato fijo. Esto ya ha generado enfrentamientos entre personas que necesitan trabajar y personas que bloquean en defensa de la democracia. Se pone de este modo en tela de juicio el patriotismo de los que no están de acuerdo en permanecer en paro de actividades y bloqueo de vías.

Esta situación es un guión o libreto seguido paso a paso por el mencionado “Socialismo del siglo XXI”, comentado en el Foro de Sao Paulo tal como nos muestra el caso venezolano u hondureño. Allí, incluso tomando en cuenta este último ejemplo comparativo, ocurrió lo mismo que en el caso boliviano. Cuando se estaba realizando el conteo rápido de los votos a través del sistema informático TREP, la noche de las elecciones, adujeron un corte en el servidor, suspendieron este sistema de conteo rápido, generando incertidumbre y la pre existente desconfianza por parte de la población hacia el árbitro de la contienda, es decir el Órgano Electoral.  Similar a la situación del caso de Honduras, donde el candidato opositor tuvo una ventaja sobre el oficialista, pero ante un corte repentino del sistema informático, los datos cambiaron drásticamente, dando la victoria al candidato oficialista Orlando Hernández. Estas irregularidades pueden ser vistas como una consecuencia de lo frágiles que son las democracias latinoamericanas Por otro lado, se habla de auditoría a las elecciones, sólo acordada entre el Poder Ejecutivo y la OEA, cuando debiera ser un acuerdo con el Órgano Electoral Plurinacional. Este es otro desacierto que generó muchas más dudas sobre la independencia de poderes; la figura de la auditoría no es nueva, las mismas se trataron de hacer en Venezuela.  se ven protestas masivas en Bolivia, que, si se busca en diferentes fuentes informativas pasadas, son del estilo de las protestas de Venezuela; se habla de un “CONADE” -Comité de Defensa de la Democracia-, una asociación similar se generó en Venezuela; se habla de fraude electoral como en los procesos electorales venezolanos, es especial el del pasado año. También se puede distinguir un líder opositor muy exaltado, pidiendo la renuncia de Evo Morales; lo mismo sucedió en Venezuela con Henrique Capriles, quien lideraba un movimiento civil multitudinario que pedía la renuncia del presidente Maduro, obviamente sin éxito.

El patrón se repite, con las mismas demandas, los mismos aciertos, los mismos fracasos, personajes similares y un mismo resultado. Los presidentes populistas, con o sin fraude, se mantienen en el poder, no lo piensan soltar, no les conviene hacerlo por la cantidad de juicios de responsabilidades que puede llevar adelante en su contra un nuevo gobierno, denominado por ellos como el de los imperialistas o de la derecha neoliberal. Como bien mencioné, el gobierno populista se propone como el único poseedor de la verdad y la salvación para el pueblo oprimido, que lucha en contra del capitalismo y la derecha conservadora y oligarca.

Esta situación de permanecer en el poder, solo busca desgastar el movimiento popular, como se hizo en Venezuela, donde pese a todo lo que se trató de hacer para sacar a Nicolás Maduro del poder, no llegó a buen puerto, la gente se cansó y empezó a migrar.

Otro elemento que se debe considerar es que para tener una democracia pura y funcional, como en los países desarrollados, la alternancia en el poder es necesaria, porque un mismo gobierno se desgasta a lo largo de los años. Empero, la situación en Bolivia es mucho más preocupante, ya que es casi una pulseta de a mitades, entre dos grupos de choque, algunos afines al MAS, con una baja en popularidad considerable, pero aún con fuerza en algunos sectores auto denominados movimientos sociales. Estos son sectores de choque y presión, como algunas fuerzas mineras que van a la lucha con dinamita en mano o los sindicatos cocaleros del Chapare, del cual Evo Morales es líder y que no temen a un enfrentamiento armado o cuerpo a cuerpo, por defender al gobierno actual. Enfrente se encuentra una oposición fragmentada, pero que ante la unión civil, conforma la otra mitad, que ha ido cobrando más fuerza y elevando su capacidad de convocatoria y porcentaje de apoyo. Este sector, no partidario e incluso antipolítico en algunos discursos, representa más a una sociedad civil, cansada de la gobernanza de tantos años del actual régimen.

Es claro que Evo Morales no saldrá de manera pacífica, se puede notar que en lo que a  él respecta, la presidencia vitalicia sería el mejor camino. Tampoco se puede convocar a la violencia para cambiar al actual gobierno, puesto que sería una decisión irresponsable; mientras tanto, la población está cada vez con los ánimos más caldeados, debido a que unos quieren continuar con las medidas de presión, tienen fe en que Evo se irá, otros necesitan llevar el pan de cada día a su casa, lo cual genera discusiones y peleas, entre compatriotas, entre amigos, incluso entre familias bolivianas.

La única salida pacífica posible es convocar a nuevas elecciones, lo que no se hará porque es poco o nada conveniente para el gobierno, ¿entonces qué hacer? ¿ser otra Venezuela?, ¿seguir con los bloqueos? o ¿qué otras alternativas políticas o de coerción nos quedan?, ¿será el camino a violencia?, las opciones se acaban y la historia confirma la repetición de hechos lamentables de violencia, así como dice el lema del escudo nacional chileno: “Por la Razón o por la Fuerza”.

 

Paolo Bosco